El Fumizu: Magia y superstición en Aliste

No barrer de noche, porque de noche barren las brujas

El Fumizu: Magia y superstición en Aliste

«No barrer de noche, porque de noche barren las brujas»

Siempre se ha utilizado el fuego como purificador y antídoto contra brujas y demonios, así como portar un diente de ajo en el bolsillo o en «la vantal» para espantarlos.

«El fumizo» para ahuyentar a animales de la vivienda como víboras, culebrones o bastardos, así como al Diablo y a las brujas

En Aliste, la práctica usada para estas antiguas creencias de ahuyentar brujas, demonios y desgracias de hombres, animales o plantas dentro de la propia vivienda, se sustituye por el humo.

En algunos pueblos de la Comarca de Alba y en Aliste ahumaban los cuartos o habitaciones que creían embrujadas para expulsar a los causantes del mal. En otros pueblos de nuestra comarca, para evitar daños de animales como «el culebrón» o bastardo, la «duruncilla» o comadreja y demás animales dañinos, se usaba un rito preventivo denominado «fumizu» consistente en quemar en un caldero o perol trapos viejos, gomas y otras cosas que produzcan mucho humo, mezclandolas con azufre y «pimiento» o pimentón.

Se cogía el fumizu llevándolo por todas partes para purificar la casa echando una especie de conjuro que decía tal que así:

«Si sos bruja te arreniegu,
si sos diabru... vaite p'al ifiernu»

Antiguamente se creía que las «duruncillas» o comadrejas, con sólo mirar a los niños les podían hacer cuanto daño quieran.

Para evitarlo, colgaban al cuello de los niños amuletos o higas y se solían quemar sustancias que sueltan mal olor y mucho humo.

Antiguos amuletos e higas para el mal de ojo en los niños.

Para la inapetencia de los animales domésticos que se creía causada por las brujas los labradores alistanos realizaban una práctica consistente en cortar las «serdas» o pelos del rabo del animal afectado y con ellas hacían una cruz que se colocaba en una corriente de agua, poniendo encima una piedra. Aseguraban que era remedio infalible para esa forma de mal.

«Serdas» o pelo del rabo de un caballo o yegua. Con ellas hacían una cruz que se colocaba en una corriente de agua, poniendo encima una piedra para combatir la inapetencia de los animales.

«No temas a truenos ni a ratones,
ni brujas ni supersticiones»

Javier Blanco