Somacyl. Buque insignia de la Junta, campea victoriosa por León

Somacyl aplica criterios que favorecen a empresas con experiencia previa y vínculos consolidados con la entidad, lo que deja a muchas compañías leonesas progresivamente fuera de juego.

Somacyl. Buque insignia de la Junta, campea victoriosa por León
Polígono de Villadangos (León) con inversión de Somacyl

Ya empieza a ser frecuente ese nombre cuando hablamos de inversiones en León; es un instrumento de la Junta, por el cual controla muchas actividades empresariales en toda Castilla y León (en adelante CyL), pero, sobre todo, nos duele León.

Nada mejor que la carátula oficial de la propia web de Somacyl, para definir su campo de acción: “La Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente de Castilla y León (SOMACYL), es una entidad instrumental de naturaleza mercantil de la Junta de Castilla y León, que tiene por objeto financiar, ejecutar y gestionar inversiones en materia de gestión del agua, recursos forestales, biomasa y energía renovable, suelo industrial y vivienda pública entre otras, de forma ágil y eficiente”. Es un organismo, de amplio espectro, como se lee, totalmente dependiente de la Junta de CyL.

Lleva años introduciéndose en la provincia leonesa, y ya empieza a ser casi un “monocultivo”, al que parece que aspira. Solo en León podemos relacionar los siguientes:

  • En fase de licitación/ejecución: 12 depuradoras, 113 viviendas públicas; Renovación urbana de entorno de Botines; calle Ancha; Plaza de Regla; Ampliación parque tecnológico; 72 núcleos rurales con nuevas EDARs modulares; Saneamiento de pequeños municipios; Reordenación de accesos al polígono industrial “El Bayo”, en Cubillos del Sil. Parecer ser que también obras relacionadas con el proyecto de La Robla Green (producción de Hidrógeno).
  • Ya en explotación: Más de 30 plantas de EDARs (incluyendo mantenimiento); Abastecimiento de agua en municipios varios: gestiona la explotación, el mantenimiento y modernización de instalaciones; Suministro y mantenimiento de equipos; Explotación de alquileres y venta de viviendas en uso.
  • Para próxima ejecución: Red de calor en Puente Castro; Adecuación de la piscina Lydia Valentín, de Ponferrada; Previsión de viviendas futuras (2026/2027). Ahora se anuncia que también realizará la nueva pasarela (sinuosa) sobre el Bernesga. Y también el pretratamiento de la fracción de materia orgánica de la ciudad de León. Sufragado este por Fondos Next Generation, que autoadministra. Y no están todos.

Se dice que Somacyl selecciona empresas que tengan reiterada experiencia en el sector; que tengan estructura administrativa sólida, solvencia técnica acreditada, experiencia previa con Somacyl… Según estos parámetros, las empresas leonesas quedarán cada vez más aisladas, en favor de aquellas que obtienen más asiduamente el placet de la Junta/Somacyl, quien finalmente decide. 

En el mercado suele operar el balance cero: No hay tajo para todos; por lo que, obviamente, si unos copan el mercado, otros se quedan fuera. Se recurre, una vez más a la centralización administrativa. Somacyl/la Junta ejecuta políticas regionales desde el centro de gobierno en Valladolid. El gasto en León se adjudica mayoritariamente desde fuera de León. Esto es muy negativo.

Lo vemos en los datos. Si bien las cifras globales de la Junta, sobre la comunidad, dicen que aumenta el número de empresas, en estudio por regiones (que la Junta omite para que no canten la realidad asimétrica de esta autonomía), vemos que la región leonesa, y León concretamente, pierde empresas: en el último año León ha perdido 14 empresas; Valladolid ha ganado 184; Burgos 123. La media de CyL, obviamente, arroja crecimiento, pero no en León, que baja. Sube donde se promueve la economía y el estímulo empresarial, desde la Junta. 

Se completa así un círculo vicioso, donde, por la competencia, apoyada oficialmente por la Junta, se pierden empresas en León. En sucesivos concursos, quizás ya no las habrá capaces, por tamaño y capacidad, para asumir grandes proyectos. León queda limitado, ya lo está, a realizar pequeñas intervenciones, relacionadas con la construcción clásica; algunas acabarán cerrando, o trabajando para Somacyl, muy raramente; quedando los grandes proyectos para empresas “habituales”, ya de la Comunidad, ya nacionales, en forma de UTEs, a poder ser, que integren alguna empresa con sede en Valladolid, para facilitar trámites.

Según técnicos consultados del sector, Somacyl se inclina por empresas no conflictivas, que aceptan el sistema y “tragan” con las condiciones que impone la Junta; no quiere sorpresas. De hecho, las que más repiten no son las mejores ni las más baratas. Somacyl construye una red estable de empresas confiables. Y no es desdeñable que las adjudicatarias le devuelvan alguna contraprestación.

Las administraciones locales normalmente recurren a Somacyl, o aceptan sus propuestas, para quitarse de encima problemas directos, en licitación, contratación, ejecución, etc.; sin embargo, nos dicen, técnicamente no tiene sentido la intermediación de Somacyl, si no ejecuta ella con sus propios medios, que no es el caso. Se convierte así en un mero escalón intermediario, un vehículo contractual, que añade costes y opacidad; que quita problemas a la administración local o comunitaria, pero, a la vez, plantea dudas sobre la neutralidad en sus adjudicaciones. 

Sin duda, esa expansión desaforada de Somacyl, con la aquiescencia de las administraciones del lugar, atenta contra el tejido productivo local, que pierde oportunidades día tras día. Si León ya tiene baja capacidad de captura contractual comparada, ahonda cada vez más el pozo.

Somacyl es un instrumento de decisión más, en manos de la administración central de la Comunidad, y de muchos de sus altos cargos, afincados la mayoría en Valladolid, donde revierten sus ingresos. 

Incluso, aunque no lleguen a ejecutarse, como ocurrió con las frustradas plantas de calor en Eras de Renueva, Cantamilanos y Villaquilambre, se cobra la realización del proyecto técnico. Ahora se intenta en Puente Castro, y nuevamente, los técnicos de Somacyl habrán facturado ese, e incluso los de biogás, hidrógeno, fotovoltaica, que se planeaban paralelamente, pero han sido desistidos.

La telaraña de control de la Junta crece sin oposición alguna, ni siquiera de las empresas potencialmente afectadas, que han de portarse bien, para no ser discriminadas en ocasiones futuras; y las organizaciones empresariales permanecen silentes, probablemente por miedo a no recibir arbitrarias dádivas de la Junta. Así estamos.

Otro plan similar, de centralización administrativa, de dominación y control territorial, es la marca “Tierra de Sabor” (“tortolla”), que la Junta trata de generalizar, no sabemos en beneficio de qué, pues no es sinónimo de calidad, ni de su origen en esta Comunidad, pues ha comercializado a veces, con ese sello, cordero de Israel, o patatas francesas, haciendo competencia desleal (con dinero público) a los productores naturales de CyL. 

En ambos casos, ¿qué pretende la Junta?; hemos de presumir que, si no es dinero (poco rendimiento neto), lo que seguro obtiene es control y poder: buscado, o no, este sistema fortalece a la Junta y la sede de su cuartel general, y de los correspondientes organismos de mando y administración, en Valladolid, donde ciertamente generan movimiento económico.


Ismael González Millán

Conceyu País Llionés