El odioso "ahora"

El odioso "ahora"

En esta tierra siempre hemos sido como somos: con nuestras "cosinas" y todo lo que nos hace leoneses. No es una moda reciente ni un capricho pasajero. No nos sentimos castellanos porque no lo somos, aunque algunos se empeñen en llamárnoslo. Y no por animadversión hacia nadie, sino porque nuestra trayectoria histórica y cultural ha sido distinta, porque nuestros padres no nos enseñaron a ser castellanos, ni a ellos sus padres, y así hasta el año 910. Somos ese “algo” que, desde 1983, quedó integrado en la comunidad autónoma más absurda de España.

Por eso cansa escuchar, una y otra vez, frases como “ya están estos ahora” o “ahora saltan también los de León, como si no tuviéramos bastante con los catalanes”. Ese “ahora” es profundamente injusto y una muestra absoluta de ignorancia en la boca de quien lo pronuncia. Ese “ahora” ignora que la reivindicación leonesa no nació ayer. Ese “ahora” pretende reducir una cuestión histórica a un ruido reciente, como si fuera un capricho improvisado, como si la gente se hubiese puesto a dar la lata porque se aburre.

Ese “ahora” tiene una explicación muy simple: los leoneses estamos haciendo un esfuerzo enorme para recuperar la autonomía que la Constitución reconoce y que solo pudimos ejercer durante cinco años en democracia, antes de ser integrados en una comunidad autónoma sin votación alguna. Ese “ahora” no es un despertar repentino, sino el resultado de una mayor visibilidad. No es que hayamos surgido de la nada; es que seguimos aquí, perseverando, porque nunca dejamos de existir, aunque a algunos les duela verlo.

Lo que ocurre es que a muchos españoles les cuesta encajar esta realidad. Tienen tan interiorizado el mapa actual —con comunidades que nacieron de formas muy distintas entre sí— que cualquier reivindicación que no encaje en ese esquema les desconcierta. Y sí, a veces parece que no les entra en la cabeza. Como si la distribución territorial fuera una verdad eterna e intocable, cuando en realidad es reciente, discutible y, en el caso leonés, profundamente cuestionada. Y de veras que no quería citar La Rioja…

Sí, me molesta el caso de La Rioja. No por ellos, sino porque a esa "provincia" se le permitió ser comunidad autónoma sin obstáculos, mientras a León —con mucha más historia e identidad— se le negó esa posibilidad. Ellos tuvieron vía libre; a nosotros nos metieron en Castilla y León sin votación. Ese agravio es lo que duele.

Mientras tanto, León apenas aparece en el imaginario nacional más allá de la Semana Santa o de algún tópico suelto. Y eso duele. Duele sentir que tu tierra es invisible. Duele que, cuando por fin se habla de ella, algunos reaccionen con burla, con cansancio o con desprecio.

Pero la reivindicación sigue viva precisamente porque León sigue vivo, porque hay una identidad que no se ha disuelto, porque hay una historia que no se puede borrar, y porque hay un deseo legítimo de autogobierno que merece ser escuchado.