Cuando la lengua era nuestra sin saberlo

Cuando la lengua era nuestra sin saberlo
Paisaje de Piedrafita de Babia

Parte 1. Solo sé que no sé nada

El leonés es esa lengua que nuestros padres y abuelos aluden sin nombrarla, es... “esa cosa que hablaba tu abuela”, nos dicen.
Cuesta encontrar un hablante que lo sea de nacimiento, y cuando lo encuentras, resulta que no quiere saber nada de lenguas. Hay que estudiarle con tacto, sin espantarle, porque es un espécimen de lo más curioso.
Conozco muy bien las tierras fronterizas de esta región, pero desde hace unos años me planteo si realmente mi conocimiento sigue siendo válido.
En el norte, y hablaré en términos de mayoría, la gente normalizaba que algunas de sus palabras eran asturianas, porque nadie les llamó leonés, nadie les contó de variantes ni lenguas romances.
Mucha gente conocí que no había salido de su aldea más que para ir a las fiestas del pueblo cabecera de comarca.
No sabía lo que había más allá, no le pedía más a la vida que sus berzas saliesen bien lucidas, que sus vacas diesen buena leche y tener un "samartino" abundante.
En las casas de la frontera noroccidental leonesa se sigue llamando rodillo al paño de cocina, y garfilla al cucharón de la sopa.
Son de esas palabras que, da igual que entremos en el siglo XXI, se dicen así y punto.
Normalmente, las gentes solían definir por sí mismas qué era asturiano y qué era de la comarca, marcando una separación lingüistica-cultural sin planteárselo.
En la zona berciana, otro tanto.
Tenían sus palabras, y marcaban una diferencia con Galicia. Incluso se tocaban muñeiras.
Como decía Miguel Manzano en el Congreso “Etnografía y Folclore en El Bierzo”, celebrado en Ponferrada en 1991: “En el Bierzo se cantan canciones gallegas, claro que sí, pero se cantan a sabiendas de que lo son”.
Hace unos cincuenta años, la comarca vivió un boom de población, debido en parte a las minas, pero incluso entonces y bajo esta premisa, las gentes diferenciaban bien entre palabras de casa y palabras de fuera.
Miles de gallegos, además de trabajadores de lugares tan lejanos como Cabo Verde, Timor o Angola, se instalaron allí, pero el grueso de los que se quedaron fueron los gallegos.
Las gentes bercianas tenían enfrente a vecinos de Lugo, Pontevedra, Ourense... era lo normal.
Los gallegos nos llevan cuarenta años de ventaja en todo: desde la leche de sus vacas —que a ellos sí les dejó Europa— hasta la defensa de su lengua, aunque sea subvencionando canales con tertulianos hablando "gallego" castellanizado, 
En la frontera sur, llama la atención cómo aumentan los colectivos extremeños que desean estudiar sus raíces y poner también en valor sus lenguas, obviamente mirando de reojo a la región leonesa, germen de su pasado.

Parte 2. La manipulación

Por unos cuantos votos y algo más, se acepta que vengan desde Asturias a reescribir nuestra lengua, se acepta que el gallego se habla hasta en la luna, y se acepta que aquí se habla sólo castellano y el resto... son inventos del leonesismo. Vade retro lingua Gallaenica.
El pueblo tiene paciencia, es lo que se entrevé con estos cuarenta años de retroceso autonómico, pero es que además, el pueblo ve cómo desde tres autonomías se decide lo que pase en esta tierra, pero ¿qué se le va a hacer?
Se decide la educación de nuestros hijos —a las clases en gallego me remito— y se decide que las lenguas autóctonas, si son leonesas, no interesan.
Pues bien, el pueblo empieza a estar más que cansado de que se apoye siempre lo de fuera en detrimento de lo de casa.
Incluso los más jóvenes, esos mismos que no vivieron ciertos cambios, se dan cuenta de que aquí hay algo que no encaja.
Hay quien quisiera enseñar las lenguas leonesas en los colegios, aunque yo me conformaría con que se destinasen los mismos fondos para su estudio, conservación y promoción que tienen otras lenguas foráneas que intentan meter en las mentes de nuestros jóvenes.
A veces no reconozco la tierra de mis antepasados.
Ahora todo vale. Los políticos foráneos hacen y deshacen a su antojo en esta tierra, sin preguntar a nadie, sin mirar a quien la habita desde siempre.

Parte 3. El viejo Reino

Dicen de los leoneses, desde Riaño hasta Béjar, que somos gente noble.
Apelo a esa nobleza, y al orgullo de nuestra historia y cultura, para que no dejemos pasar ni una a quien cuestione nuestra identidad.
A esos políticos que hacen negocio a nuestra costa, con suculentos acuerdos para impulsar cultura externa, pero sin poner un solo euro en lo que dicen defender y a quien dicen defender.
Que no nos engañen más. Que no nos compren con migajas. Que no nos callen con promesas.
Porque el viejo Reino de León no se vende.