Somos unos llorones pueblerinos
Se ha puesto de moda entre ciertos sectores de Valladolid —especialmente entre los más jóvenes y algunos no tan jóvenes— el calificarnos a los leoneses como “llorones” o “lloricas”. Uno podría pensar que se trata de bromas futboleras sin mayor trascendencia, pero lo cierto es que esta actitud revela una ignorancia profunda y, en algunos casos, un odio enfermizo hacia nuestra tierra.
Lo curioso es que, cuando uno habla con pucelanos de más edad, de distintas ideologías y con mayor perspectiva histórica (de los que piensan), muchos reconocen que la Región Leonesa merece su propio marco autonómico. Lo hacen por razones de peso: por justicia histórica, por identidad cultural, y por problemas estructurales como la despoblación, que nos golpea con especial crudeza.
Algunos convierten esta reivindicación en un “pique autonómico”, como si se tratara de una rivalidad sin fundamento. Pero no es así.
Dicen que “quien no llora no mama”, y sin embargo, en Valladolid no hace falta llorar: allí todo llega sin pedirlo. Mientras tanto, en León seguimos esperando que se nos escuche.
Otro término despectivo que nos lanzan es “pueblerinos”. Aparte de que Valladolid no es Nueva York —aunque algunos lo crean— parece que desconocen por completo el sistema de poblamiento leonés, que nada tiene que ver con el castellano.
León es, o era (a saber con el ritmo que llevamos de perdidas de aldeas...) la provincia con más pueblos de España, fruto de una cultura propia de asentamientos dispersos y profundamente arraigados. Cada leonés que se precie tiene un pueblo en su corazón: el suyo, el de sus padres, el de sus abuelos. Y estamos orgullosos de ello.
No se entiende, salvo por ignorancia o desprecio, que se insulte a un territorio que ha sido injustamente tratado por la historia y que hoy sigue siendo marginado por una Junta que favorece sistemáticamente a quienes nos desprecian. Pero ojo: a un leonés no se le humilla fácilmente. Dicen de nosotros que somos gente noble, y por eso no responderé con insultos como hacen algunos desde el este del “engendro autonómico”.
Lo que más me apena es que estos hooligans castellanistas estén dinamitando una relación entre pueblos que no tendría por qué ser mala. León y Valladolid. y por extensión León y Castilla, podrían convivir con respeto, con reconocimiento mutuo, y con justicia territorial. Pero para eso hace falta algo que algunos aún no han aprendido: empatía, cultura y memoria.
Mucho me temo que os va a quedar lloriqueo para rato. Mientras nos vamos quedando cuatro gatos y vemos emigrar a nuestra gente, mientras alteran nuestra historia, mientras olvidan nuestra cultura, mientras vemos caer abajo pueblos enteros, mientras nos cierran consultorios médicos, mientras arrasan nuestros bosques y Valladolid tiene más bomberos que León, mientras en definitiva se ríen de nosotros, vais a tener lloriqueo para rato.


