Rectificar no basta cuando se ofende a León
De sabios es rectificar, sí, pero cuando uno rectifica porque no le queda más remedio, porque la sociedad leonesa se ha levantado ofendida —y con razón—, entonces no hablamos de sabiduría: hablamos de oportunismo.
Quiero pedir disculpas por el malestar generado por mis palabras en #León. Nunca fue mi intención ofender a la sociedad leonesa, a la que respeto profundamente.
Siempre he denunciado el abandono institucional que ha sufrido y reivindicado su papel esencial en #CastillayLeón (1/2) pic.twitter.com/oXC7HXkucr— Carlos Martínez Mínguez / ❤️ (@cmmsoria) October 30, 2025
Señor Martínez, su gracieta —“me da igual cómo se llame la autonomía, Castilla y Soria, y Valladolid...”— no fue un desliz, fue una confesión. La soltó en tono amistoso, rodeado de socialistas autonómicos, y retransmitida para todo el mundo. ¿Y ahora pretende que no la tomemos en serio? ¿O es que la visita del líder supremo le ha contagiado esa mala costumbre de decir lo que conviene en cada momento?
¿Quizás sigue emborrachándose previo a los mítines?
Después se atreve a vendernos que lucha por los intereses leoneses, cuando jamás nos había citado antes de su metedura de pata. Tras su desliz, habla de “una falta de respeto total y absoluta a la sociedad leonesa” por los incendios, por la gestión, por lo que sea. Pero su discurso no puede estar más vacío, más hueco, más incoherente. Es el discurso de alguien que no tiene ni puñetera idea de la autonomía que pretende gobernar, y que cuando pone algo de su parte, que no esté escrito en el guión, lo estropea.
Y claro, el sueldo está bien. ¿Verdad, señor Martínez? Y mejor estará si gana las elecciones, o eso cree usted. Pero permítame anticiparle algo: el batacazo electoral será épico. Y francamente, no le veo durando más allá de las elecciones de marzo. Su nombre será recordado como aquel que una vez se presentó y que “se la pelaba” cómo se llamaba la autonomía que quería presidir, ofendiendo a las piezas que forman esta chatarra que pretendía conducir.
¿Es usted consciente de que no tiene ni idea de la tierra que pisa? Como dicen en mi pueblo: “Ay, Manolete, si no sabes torear, ¿pa qué te metes?”


