La Junta no pedirá el nivel 3: “No habría más medios”

Con más de nueve incendios clasificados con el Índice de Gravedad Potencial (IGR) 2 —el máximo nivel de peligrosidad—, otros once en nivel 1, y un total de 200 fuegos registrados en la última semana, la Junta de Castilla y León se mantiene firme en su decisión de no elevar la situación al nivel 3 de emergencia.
Redacción. La repentina protesta ciudadana del lunes 18 en León tenía motivo: Castilla y León arde. Más de 200 incendios en una semana, varios con el máximo nivel de peligrosidad, y una ciudadanía que observa con impotencia cómo el fuego devora montes, viviendas y patrimonio. En medio de esta situación, la Junta ha decidido no solicitar el nivel 3 de emergencia. Según el portavoz del Ejecutivo autonómico, Carlos Fernández Carriedo, hacerlo “no pondría a disposición más medios”. Así, con esa frase, se descarta la posibilidad de que el Gobierno central asuma la dirección del operativo.
¿Qué implica el nivel 3?
El nivel 3 es el máximo grado de emergencia contemplado en la Ley del Sistema Nacional de Protección Civil. Su activación permite al Ministerio del Interior tomar el mando, coordinar todos los recursos disponibles —estatales, autonómicos y locales— y movilizar incluso a las Fuerzas Armadas. En otras palabras, se trata de una herramienta pensada para situaciones excepcionales, como la que vive ahora Castilla y León.
Pero desde la Junta se insiste en que el cambio de nivel no supondría una mejora operativa. “Lo único que cambiaría es que habría que reportar al ministro Marlaska”, ha dicho Carriedo, como si el problema fuera de protocolo y no de capacidad.
¿Y el Gobierno?
El Ejecutivo central ha sido claro: si una comunidad no puede afrontar la situación, debe pedir el nivel 3. Los medios están disponibles, pero hace falta que alguien pulse el botón. La negativa de la Junta se suma a la postura de otras comunidades gobernadas por el PP, que prefieren mantener el control autonómico incluso en momentos de máxima tensión.
¿Gestión o orgullo?
Desde el PSOE de Castilla y León, la crítica ha sido directa. Carlos Martínez acusa al presidente Mañueco de actuar por “un orgullo malentendido”, negándose a ceder el mando aunque eso suponga limitar la respuesta ante los incendios. Mientras tanto, vecinos como los de Llamas de Cabrera denuncian la falta de medios, y zonas como Las Médulas —Patrimonio de la Humanidad— sufren daños irreparables.
¿Y las soluciones?
La Junta ha anunciado un plan de más de 100 millones de euros en ayudas para paliar los daños. Incluye compensaciones por viviendas, enseres, desalojos y reforestación. Es un paso necesario, pero llega cuando el fuego ya ha hecho su trabajo. Lo urgente no es solo reparar, sino evitar que siga avanzando.
¿Quién manda cuando todo arde?
La cuestión no es si el nivel 3 trae más helicópteros o brigadas. La cuestión es si estamos dispuestos a dejar que el ego político se interponga entre los incendios y su extinción. Porque cuando el monte arde, lo que importa no es quién manda, sino quién apaga.