San Froilán ¿El Santo Celta?
Las leyendas sobre San Froilán tienen un curioso paralelismo con las del Dios Lugh

San Froilán, cuya fiesta celebramos el cinco de octubre, es sin duda la festividad más leonesa. Carros engalanados, pendones y los alimentos típicos de la fiesta (morcilla, avellanas y vino) transportan, durante unos días, a la moderna ciudad de León, directamente a la Edad Media. Pero ¿Quién era realmente San Froilán?
San Froilán, nacido en Lugo en el año ochocientos treinta y tres, fue un santo de la Iglesia Católica; patrón de la provincia de Lugo y de la diócesis de León. Perteneciente a una familia noble (sus padres eran los condes de Lugo), un día, decidió dejar toda su riquezas y privilegios para hacerse ermitaño en las montañas del Bierzo, concretamente en la gruta de Ruitelán (la misteriosa gruta donde no anidan las arañas).
Dudando que su misión en la vida fuera quedarse en la soledad de su retiro, se sometió a una prueba de fuego: si Dios hacía un milagro, dejaría de ser ermitaño y se echaría a los caminos a predicar su palabra.
Según su biógrafo, Froilán se metió unas brasas ardiendo en la boca. Ninguna quemadura le hirió. El joven tuvo claro su destino.
Su fama como hombre santo empezó a crecer desde ese momento y no tardó en ser protagonista de varios milagros y leyendas. Cuenta una de ellas, que una mañana, durante el rezo, el santo vio a un lobo que acababa de matar al burro que le acompañaba; según esa misma leyenda, el Santo comenzó a hablar con el lobo y logró, sólo con el poder de su palabra, que la fiera sustituyera al burro en todas sus funciones.
La primera de las tareas que le impuso al lobo habría sido subir las piedras para construir la ermita de Valdorria, que sigue existiendo hoy y lleva el nombre del santo.
El segundo trabajo del lobo fue acompañar a San Froilán desde entonces a todos lados cargando lo necesario, como si fuera una dócil bestia de carga.
Tras fundar varios pequeños monasterios en la actual Zamora, el entonces monje peregrino, fue proclamado en el año 900, obispo de León a petición del pueblo, una costumbre que entonces estaba permitida.
La petición del pueblo fue aceptada por el Rey de León, Alfonso III “el Magno”. Por lo tanto, el Santo estuvo cinco años de obispo de la capital leonesa. El 5 de octubre del año 905 murió. Fue enterrado en la antigua catedral mozárabe de León, mucho más antigua y muy diferente a la actual catedral gótica que hoy disfrutamos.
Las leyendas sobre San Froilán tienen un curioso paralelismo con las de Lugh, el dios celta de la luz. De forma similar a San Froilán, el dios Lugh aparece representado con dos lobos a sus costados, los cuales le obedecían sin rechistar.
La fiesta de Lugh, llamada Lughnasad o las bodas de Lugh, Es una festividad céltica celebrada el 1 de agosto (en Escandinavia y Centroeuropa) o durante segundo plenilunio después del solsticio de verano (en la fachada atlántica sur de Europa).La coinicidencia con la Fiesta de San Froilán es notable.
Corresponde a la época de las cosechas o mejor, de la maduración de las mismas y al período en que la luz, simbólicamente, empieza a ceder su reinado a la oscuridad. Sin duda la popularidad de la fiesta de San Froilán y sus similitudes con el mito celta del dios Lugh, nos hablan de un fenómeno de sincretismo religioso, mezcla de ideas entre las creencias católicas y las creencias celtas, típicas de las tierras leonesas.
Al final lo que cuenta hoy en nuestra sociedad hedonista occidental es divertirse. Mientras asistimos a un ritual milenario del que no somos casi conscientes, se disfruta de un ambiente colorido, de la comida y del comienzo del otoño, como hacían nuestros antepasados. Disfrutemos pues, de la fiesta leonesa más antigua y más auténtica.